dinsdag 11 juni 2013
Borges aan het urinoir
Por D.R.
"El duende ya está haciendo travesuras.” Según cuenta el fotógrafo mexicano Rogelio Cuéllar, tales fueron las palabras de Jorge Luis Borges al escuchar el sonido del obturador mientras el escritor orinaba en los suntuosos baños del Antiguo Colegio de San Ildefonso, un tradicional centro cultural del DF donde había ido a dar una conferencia en 1973. La foto fue publicada en la revista Viceversa en 1996, cuando se le realizó un homenaje a diez años de su muerte. Fernando Fernández, director de la revista, acaba de publicar en su blog Siglo en la brisa una conversación inédita que mantuvo con Kodama cuando visitó el país y Kodama lo recibió para reprocharle aquella imagen: “¿No le parece que eso no se le debe hacer a un hombre ciego? ¿No ve que es como hacerle mal a un chico?”. Luego, Kodama rebatió la posibilidad de que esa foto contribuyera a desmitificar la imagen del escritor: “El mito es la creación en todo caso. Pero esa creación, ¿en qué puede desmitificarse porque el personaje tenga que ir al toilette o tenga que ir a comer o tenga que caminar por la calle?”. Luego, confesó que le gustaban: “Los mitos nacieron en Grecia y son el sueño de la humanidad y me parecen maravillosos, así que yo no tengo ningún interés en destruirlos. Son lo más hermoso que tiene el mundo”. Una exaltación pasional como las que suele exhibir: el apostolado al que Kodama se dedica desde la muerte del Borges preservando su imagen y su obra tuvo en el reproche al periodista un episodio más de una larga serie.
Cuéllar, el hombre que apretó el obturador en el momento adecuado, recuerda con más sencillez el acontecimiento fotográfico. Al llegar Borges a México, Cuéllar comenzó a acompañarlo a sol y sombra por donde quiera que el escritor fuera. Tanta confianza habían creado, que Borges comenzó a llamarlo “duende”. Y, ya en el San Ildefonso, le pidió que lo acompañara al baño. “Entonces busqué un baño –recordó el fotógrafo–. Yo no los conocía, y cuando entré a esos antiguos baños... Quedé alucinado, porque era una imagen muy borgeana. Se repetían uno a uno: no sé cuántos mingitorios eran, por lo menos diez. Entonces no lo dejo en el primero sino en medio. Me retiré y me dije: ‘¿Hago una foto, no la hago?’. Entonces hice una primera foto y escuché que Borges dijo: ‘El duende ya está haciendo travesuras, ¿verdad?’, pero con un tono de voz de complacencia, de complicidad. Hice dos, tres fotos más.” Son incontables las anécdotas que revelan que el más grande escritor argentino de todos los tiempos poseía un gran sentido del humor. No se hubiera enojado, seguramente, por este retrato de sí mismo en un laberinto más insospechado que los que describió como pesadillas cuando los ubicó entre los espejos o el desierto.
bron: infonews: http://www.infonews.com/nota.php?id=82521&bienvenido=1
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